Te explicamos qué es la fascia y de qué modo podemos tratar de prevenir lesiones relacionadas con la práctica ciclista.
Investigaciones recientes muestran que hay algunas lesiones deportivas que se originan por una sobrecarga del tejido fascial y que el tener una fascia “sana” va a mejorar el rendimiento deportivo.
La fascia es todo tejido de colágeno fibroso que va a tener una u otra forma dependiendo de la carga tensional a la que esté sometida, incluyendo ligamentos, tendones, capsulas articulares...
El ciclismo tiene la peculiaridad de repetir el mismo gesto infinitas veces, cargando por tanto unas estructuras fasciales más que otras. Es por ello que son frecuentes las lesiones de rodilla, como tendinitis del tendón cuadricipital, rotuliano (que es la más frecuente), tendinitis aquilea, molestias cervicales, dorsales…
Obviamente la propia singularidad anatómica del ciclista, su posicionamiento sobre la bici y una defectuosa técnica va a condicionar en gran medida la probabilidad de sufrir una lesión. Una ligera desviación del eje de tracción correcto puede provocar tensiones en un músculo, tendón o estructura fascial, y al cabo de miles de kilómetros, su efecto acumulativo puede provocar una lesión.
La fascia es un órgano sensorial, el más extenso de nuestro cuerpo. Está densamente poblado de mecanorreceptores en las terminaciones nerviosas. A través de este sistema propioceptivo el sistema nervioso recibe una correcta información de tensión, posición, acortamiento, presión y temperatura de los tejidos, siendo capaz de enviar la respuesta adecuada y más eficiente. Con lo cual es primordial una activación previa de estos receptores antes del entrenamiento o competición, no sólo como prevención sino también como mejora del rendimiento, ya que el gesto deportivo será mucho más eficiente.
Una vez nos bajamos de la bici o concluimos el entrenamiento será de gran ayuda el relajar esos tejidos que han estados sometidos a constante tensión. Podemos ayudarnos de las técnicas de “rodamiento”. A través del deslizamiento, cizallamiento, sobre rodillos u otros elementos, de una manera lenta y profunda conseguimos también favorecer la eliminación de todas las toxinas producidas por el propio ejercicio, soltamos adherencias y mejoramos la viscosidad de los tejidos, favoreciendo de esa manera la recuperación.
El incorporar en vuestras vidas deportivas trabajos de activación de la propiocepción antes de un entrenamiento y el ayudar a la regeneración de los tejidos mediante la relajación e hidratación fascial es una genial opción para prevenir lesiones.
Rosa Cortijo
Fisioterapeuta
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