Un descanso óptimo, bien pautado y siguiendo algunas claves importantes nos permitirá ser más eficientes y optimizar nuestro entrenamiento.
Cuántas veces nos empeñamos en acumular kilómetros y kilómetros, o meter horas y más horas. Pues claro - cuanto más entrene, más en forma estaré - (eso es lo que solemos pensar). Y esto no tiene por qué ser así.
El entrenamiento podría definirse como una acumulación de estímulos establecidos con orden y lógica que, acompañados de descanso, producen mejora del rendimiento para el organismo. Y sí, es así. Si leemos de nuevo la descripción vemos la palabra descanso y pasa como con los estiramientos, que muchas veces nos olvidamos de ello.
Tiene que existir una relación inquebrantable entre el descanso y el entrenamiento (la recuperación y la carga) para alcanzar un rendimiento óptimo. O dicho de otra forma, el cuerpo necesita descansar para después poder rendir. Y ese descanso no tiene por qué ser tirarse en el sofá y atiborrarse a palomitas (o algo peor). Un buen descanso activo incluye actividad: un paseo, una sesión fácil de yoga, pilates o estiramientos serían un buen ejemplo de descanso activo. Debemos de entender el descanso activo como una actividad deportiva de muy baja intensidad.
Si estamos acostumbrados a entrenar para ser mejores ciclistas, tenemos en nuestras piernas horas de pedaleo, por lo que ese descanso activo no nos supondrá acumular fatiga. Todo lo contrario: nos ayudará a dar un poco de tregua a nuestras piernas y sistema cardiovascular (oxigenar los músculos y aportarles tranquilidad).
Si descansamos bien, al día siguiente podremos entrenar mejor.
Un cicloturista por ejemplo entrenará dos días de rodillo a la semana, dos días de fuerza en el gimnasio y hará un rodaje largo el fin de semana. Esto supone cinco días de entrenamiento a la semana y dos de descanso. Esta semana tipo se repetirá dos o tres veces y luego llegará una semana en la que descansará tres días y la carga de trabajo que tendrá los días de entrenamiento será menor.
Si hablamos de un amateur, por ejemplo, acumulará semanas de 15 o 18 horas, mientras que obligatoriamente (por su bien) tendrá semanas regenerativas de 8 -12 horas.
Si a esto lo acompañamos de baños de contraste, algún masaje de descarga, ejercicio suave, una buena alimentación e hidratación y un buen descanso, daremos con la clave.
Llevar un control exquisito implica que la carga del entrenamiento esta pautada y controlada por un profesional cualificado y experto en ciclismo, el cual nos dará feedback regularmente.
La conclusión, que confió en que todos la estéis pensando, no es otra que atenderse más. Sí, escuchar las sensaciones del cuerpo, mimarse y ser capaces de no llevarle la contraria. Si el cuerpo nos pide descanso, hay que dárselo y si no nos lo pide y se lo damos, mucho mejor. De esta forma seremos ciclistas más eficientes, evitaremos lesionarnos y nos sentiremos francamente mejor.
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